martes, 13 de diciembre de 2016

Porque tocaba parar


A veces toca parar.
La vida no consiste únicamente en hacer, hacer y hacer.
La enfermedad de estar constantemente ocupado, que aqueja a tantas personas, es uno de los males de nuestro tiempo. 
Recuerdo a una novia azafata mía, cuya estrategia para escapar de la constante sensación de vacío y falta de propósito que había en su vida, consistía en estar ocupada y hacer cosas todo el tiempo.
Pero de éste modo lo único que hacía era desconectarse más aún de si misma y de sus emociones. Vivir escapando.
Esta estrategia funciona mientras te queda gasolina, pero tarde o temprano, con la edad, el combustible se te acaba.
La verdad emerge en la quietud, en la calma.
Yo he tenido un año malo, el fallecimiento de mi madre, problemas amorosos, en fin... una de las maneras de desconectarme ha consistido en sobrehacer, hacer demasiado. Disfrutar, si, y muchísimo, pero sin parar de hacer cosas.
El resultado de éste sobrehacer ha sido un esguince.
La vida te para cuando tu no te paras.

El esguince me ha servido para reflexionar, leer, descansar y evaluar hacia dónde iba mi vida.
Y también para escribir más aún, algo que no he dejado de hacer, pese a no haber publicado mucho en las redes en éste tiempo.
Prometo más continuidad en la publicación de cuentos.
Que no los suba a la red, no significa que no los escriba.
Los escribo (y mucho) pero no los comparto con la misma frecuencia.
Esto va a cambiar de ahora en adelante.
Cierta regularidad en publicar será buena.
Como muestra, en la entrada anterior, uno de mis microcuentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario